La enfermedad suele afectar en primera instancia a los adolescentes, de los cuales fallecen los más débiles. El resto, salvo por algunas secuelas y recaídas consigue, de este trance, la madurez. Las cicatrices van desde finos pinchazos que sólo un fiel cónyuge podría atisbar hasta los más purulentos chancros del alma. Hay gente tan desquiciada que frecuenta lugares públicos tratando de infectarse. Aún a sabiendas del riesgo, se han hecho cada vez más populares las fiestas "de contagio," pues se dice que es mejor haberlo tenido (cicatrices y todo) que arriesgarse a que nos llegue cuando uno ya no tiene las mismas defensas. Y es que si uno llega a ser adulto sin haberse enamorado este mal, irremediablemente, resulta letal.
Ériq Sáñez
Fotografïa: Willy Ronis
Si uno llega a la edad adulta sin enamorarse de nada habra valido vivir.
ResponderEliminarUn gusto.
Preciosa entrada, no conocía este texto pero me he enamorado de él :)
ResponderEliminarY aunque uno llegue a la edad adulta habiéndose enamorado, el mal siempre resultará letal. El amor, si es amor, siempre acaba siéndolo