En este momento ya no se trata de dar azotes y meter a unos cuantos en la cárcel, o solo de aplaudir a quienes lo hacen y lo hacen bien. No es el objetivo la venganza ni el castigo, sino la desactivación y la creación de lo nuevo. La pregunta no es cómo se decapita a los corruptos, sino cómo se desmantela una lógica corrupta, la corrupción totalizadora. Probablemente lo que haya que construir no sean cárceles, sino masa crítica. Lo que haya que cambiar, en el fondo, no sea una élite por otra, una persona por otra: lo que hay cambiar es el sistema: es la propia lógica del pacto de elites: es el Estado y es la sociedad.
Dejar de ser una sociedad falsaria, que pervierte las funciones del Estado, de las empresas, de las organizaciones, para procurarse beneficios particulares indebidos, y un estatus fraudulento.
Plaza Pública
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