lunes, 4 de abril de 2016

La democracia ha muerto.


 
La democracia ha muerto.
Recemos por su alma.
Los rectores de las instituciones
que ejercen el poder real y verdadero
a nivel planetario
actúan como déspotas.
Los estados se deben
a los acuerdos internacionales,
a pactos económicos
y transacciones globalizadoras.
¿Quién consulta a los pobres ciudadanos?
¿Quién informa a los pobres ciudadanos?
 
La democracia ha muerto.
Recemos por su alma.
Transferir el poder de los estados
a muchas de las organizaciones
no elegidas por nadie
desemboca en la globalización:
Acuerdo General sobre Aranceles
de Aduanas y Comercio.
Acuerdo Multilateral sobre Inversión.
Acuerdo Norteamericano sobre Libre Comercio.
Acuerdo más Acuerdo más Acuerdo
al margen de comicios,
de manera taimada,
para evitar una revolución
del pueblo sometido y humillado.
 
Sólo queda fachada, ilusión, espejismo,
en esta democracia desnatada.
El poder no lo tienen las urnas hace tiempo.
Los ciudadanos votan, votas, voto,
votamos como monos,
pero el voto carece de real contenido
porque nuestros políticos
ya no tienen poder. Ya da igual lo que digan.
Ya da igual que prometan o que ladren.
Ya da igual la derecha o la izquierda o el centro
en todos los países de occidente.
Perdón, quise decir, en todos los países
ricos, desarrollados.
 
Todos somos esclavos
de nuestro propio miedo.
Todos somos rehenes
de nuestra milenaria estupidez.

Juan Ramon Barat





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