La historia de Jackson C. Frank comienza con el incendio de su colegio en 1954, una tragedia que se saldó con 15 niños muertos. Frank, que entonces tenía once años, pasó siete meses en la cama de un hospital recuperándose de las quemaduras, los injertos y las operaciones a las que tuvo que ser sometido. Allí aprendió a tocar la guitarra que le regaló uno de los profesores de su colegio.
Tras salir del hospital, Jackson retomó su vida y siguió tocando, montó sus primeras bandas adolescentes en el área de Búfalo y accedió a la universidad para estudiar periodismo. Habían pasado los años, la vida había seguido su curso y cuando el chico cumplió los 21, otro hecho relacionado con el incendió volvería a cambiar su vida.
Ese año, el músico recibió un cheque, a modo de indemnización, de 100.000 dólares. Una enorme fortuna para un joven de los años sesenta. Jackson cogió su dinero, se compró un coche de lujo y se embarcó en el Queen Elizabeth para ir a Inglaterra para ser músico en la efervescencia cultural del Londres de mediados de los años sesenta. Ese momento quedó registrado en ‘Blues run the game’, el tema que dio nombre a su primer single.
Fuente: Cadena Ser
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