Esta mañana, alguien abrió la ventana y estiró
su mano para llenar de arroz el aire; 17 torcazas
comieron.
A las 9 y 30 bajo la lluvia, un señor invitó a un
total desconocido a compartir su sombrilla; los
dos se rieron del mal tiempo.
La chica del restaurante le sirvió doble porción
de pastel a la niña que escuchaba la pelea de sus
padres.
Un taxista le regresó la billetera a una anciana
olvidadiza.
En el jardín infantil, Diana le regaló el color violeta
a Manuela para que terminara el arcoíris.
Desde una fila del bus, una mujer le sonrió a otra
mujer que lloraba.
Un vecino le dio de comer a un gato callejero.
Juan escuchó una canción y cantó en voz alta;
en el fondo del salón rieron 6 personas.
Un perro espantó a una bandada de pájaros
que cruzaron el cielo amarillo.
Entre las grietas del pavimento
creció una brizna de pasto.
Desde el edificio más bajo
se pudo ver un puñado de estrellas.
Nada de esto dijeron las noticias.
La tierra siguió girando en torno al sol y millones
de latidos palpitaron en los cuerpos.
Una corriente silenciosa de milagros
atraviesa las horas cada día.
Parece que nadie se entera
seguimos en un mundo terrible y abismal
nos dicen en la televisión
dos personas que después del trabajo salen a
comer juntas
y se abrazan en la noche.
Alejandra Lerma.
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