viernes, 19 de agosto de 2016

Irrespétame.

Quiero percibirte, verte, conocerte y respirarte sin esos cientos de disfraces que nos han impuesto y que nosotros hemos adoptado, sólo para guardar las apariencias, para ser aceptados, aprobados. Irrespétame, que quiero aprender lo que es la autenticidad desde tus pétalos y tus espinas, desde tu esencia, y si por momentos eres tierra y lodo, mancharme, y si alguna vez eres sólo perfume, aunque nunca logres serlo porque nunca somos una cosa y solo una cosa, devorarme ese perfume.Mira que somos una infinita sucesión de puntos seguidos. Cada uno nos lleva a otro y a otro más, y cada punto, que es decir cada hecho, cada pensamiento o emoción, cada palabra, nos lleva al siguiente. Nunca somos un punto y nada más que un punto, y tampoco un punto y aparte. De punto en punto vamos transformándonos, y en esa transformación muchas veces nos vamos despojando de nuestra naturalidad, hasta que llega un día en el que ni siquiera nos reconocemos, o no somos capaces de reconocernos.
Irrespétame y sé salvaje si así lo sientes, o cariñosa si te nace, o salvajemente cariñosa. Vuelve a jugar conmigo como antes a que tú eras yo y yo era tú, y no les temas a mis juicios, que yo he ido aprendiendo a comprender en vez de juzgar. Sé infiel y rompe todos los mandamientos, que los mandamientos son nuestras cadenas y la mejor forma que los secuaces de los dioses se inventaron para hacernos sumisos y, en teoría, a imagen y semejanza de sus dioses, lo cual ya nos dice que libertad es sólo una bella palabra. Irrespétame, canta y camina descalza bajo la lluvia, desafinando si lo prefieres, que yo te diré una vez más que ser desafinada es la oportunidad, la hermosa posibilidad que tienes de poder ir afinando cada día un poco más. En el ir afinando está el vivir, y la vida es vivirla. Déjame cuando quieras y vuelve si lo deseas, que a mí no me interesa que estés conmigo si vas a ser un cuerpo y mil poses. No te obligo, no te obligues.
Irrespétame. Atrévete a ser aquel a quien tanto buscaba Diógenes Laercio, un humano en estado puro, sin bien ni mal ni mejor ni peor ni éxito ni fracaso. Irrespétame, porque prefiero que me enloquezcas a que me des seguridades.
    Fernando Araújo Vélez


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