Analizando los elementos que nos impulsan a desarrollarnos en esta vida, me atrevería a afirmar, que parte importante de los mismos, son los valores.
Nuestros valores son aquellos que nos movilizan desde el interior. Son personalísima energía que nos impulsa al desarrollo, esa materia prima fundamental que nos alimenta el alma.
Si tomamos en cuenta aquello que nosotros consideramos valores cómo la Lealtad, la Honestidad, la Empatía, el Respeto, la Justicia, la Solidaridad, la Tolerancia y en general, cualquier valor que a nosotros nos parezca de importancia, veremos que van ligados a esa energía que nos proyecta a hacer, a desarrollar, a crecer y a ser mejores individuos.
Los Valores son esas guías que por convicción propia adoptamos y nos comprometemos a llevar, a alimentar, incluso a defender a ultranza, contra quien sea y como sea necesario, aunque pudiésemos, de por medio, estar arriesgando nuestra integridad.
Y aunque muchos de los mismos son universales y trascienden nuestra individualidad, los personalizamos a través de la escala y la ponderación personal que le damos cada uno de nosotros y en el “cómo” los posicionamos en nuestro interior.
Por ello se llegan a dar conflictos que a veces no comprendemos, porque se defienden cosas ó situaciones que para un individuo no juegan siquiera un papel relevante, pero para alguien más pueden ser vitales.
En una ocasión en un curso de valores, se nos pidió juzgáramos jerarquizando en términos de culpa a los cinco actores de la historia hipotética. Cada persona que tomó el curso, determinó un orden distinto, basado en su escala de valores personal.
Entonces los valores son algo que se elige. Sí bien con algunas influencias, resulta una decisión desde el interior de nuestra alma, que se exterioriza de muy distintas y personales formas, desde lo más profundo de nuestro ser…
Los valores son al final del camino, aquello que elegimos, que definimos como bueno para nosotros, aquello con lo que nos comprometemos.
José Luis Martín Descalzo nos decía que: “Se podía cambiar de camino, más no de alma”. Yo pienso que se refería a que los valores que vamos definiendo van haciendo que nuestra alma se forje de determinada manera, en la que resulta relativamente sencillo cambiar de opinión, pero no de convicciones, eso es un tema más profundo.
Jean Claude Genel dice que: “La persona que se convierte en lo que es verdaderamente, que se realiza, es un ser radiante” Y como no serlo, si lograr la realización a través de ser como hemos elegido, como queremos ser, es un gusto y un gozo que se refleja por sí sólo.
Me parece que cuando percibimos la felicidad en alguna persona, se debe a que “es justamente como desea y ha elegido ser”.
Carlos Molinar.
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