La lluvia tiene un vago secreto de ternura,
algo de soñolencia resignada y amable,
una música humilde que despierta con ella
y hace vibrar el alma dormida del paisaje.
Un besar azul que recibe la Tierra,
el mito primitivo que vuelve a realizarse.
El contacto ya frío de cielo y tierra viejos
con una mansedumbre de atardecer constante.
Es la aurora del fruto.
La que nos trae las flores
y nos unge de espíritu santo de los mares.
La que derrama vida sobre las sementeras
y en el alma tristeza de lo que no se sabe.
Federico García Lorca
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