bondad.
(Del lat. bonĭtas, -ātis).
2. f. Natural inclinación a hacer el bien.
3. f. Acción buena. U. m. en pl. Agradezco tus bondades.
4. f. Blandura y apacibilidad de genio.
5. f. Amabilidad de una persona respecto a otra. U. como fórmula de cortesía. Tenga Vd. la bondad de venir. Tuvo la bondad de llamarme.
Una creencia judía, recogida en el Talmud, afirma que en cada época en el mundo hay al menos treinta y seis hombres justos. Nadie les conoce, pues se confunden con las personas comunes. Ni siquiera ellos son conscientes de su ingente labor ni de la silenciosa misión que les ha sido encomendada, que no es otra que la de sostener el mundo con la fuerza de su misericordia. Cuando finalmente mueren, esos hombres justos están tan helados por haber hecho suya la aflicción de los hombres que Dios tiene que cobijarlos en sus manos y tenerles allí por espacio de mil años, al objeto de infundirles un poco de calor.
Borges tiene un poema titulado "Los justos" que representa una actualización de esta hermosa leyenda. En él va nombrando las acciones humildes de algunos hombres anónimos: el tipógrafo que compone una buena página, el que acaricia a un animal dormido, quien justifica o quiere justificar un mal que le han hecho, el poeta que cuenta con cuidado las sílabas de sus versos, el jardinero que poda y abona sus plantas. Y Borges nos dice que son esas acciones las que sostienen el mundo. Son los nuevos justos, ninguno actúa con apatía o indiferencia. Quieren hacer algo hermoso y útil a la vez. Para ellos el bien es algo tan sencillo como mecer una cuna para que un niño se duerma. Todos ellos, a su manera, son artistas. Trabajan, como pedía Scott Fitzgerald, para que podamos "aprovechar la luz y el brillo del mundo".
Gustavo Martín Garzo.
Un hombre que cultiva un jardín, como quería Voltaire.
El que agradece que en la tierra haya música.
El que descubre con placer una etimología.
Dos empleados que en un café del Sur juegan un silencioso ajedrez.
El ceramista que premedita un color y una forma.
Un tipógrafo que compone bien esta página, que tal vez no le agrada
Una mujer y un hombre que leen los tercetos finales de cierto canto.
El que acaricia a un animal dormido.
El que justifica o quiere justificar un mal que le han hecho.
El que agradece que en la tierra haya Stevenson.
El que prefiere que los otros tengan razón.
Esas personas, que se ignoran, están salvando el mundo.
Jorge Luis Borges