En cierta ocasión escuché a la
escritora Ayes Tortosa apelar a la retirada de los libros
tóxicos: «con la Literatura ocurre igual que con la Medicina. Si
el paciente toma un fármaco equivocado puede empeorar o incluso
morir. Y es que lo mismo que el Ministerio de Sanidad retira, de
vez en cuando, medicamentos que son perjudiciales para la salud,
se deberían de revisar todos aquellos libros tóxicos, plagiados,
perdón intertextualizados, clónicos, incoloros, inodoros,
insípidos, que sólo sirven para enredar. ¿Cuántos lectores,
sobre todo jóvenes, no habrán muerto a causa de un libro
tóxico?» Quedé perplejo hasta que el gran escritor Günter Grass
me aclaró la cuestión: «incluso los malos libros son libros, y
por lo tanto sagrados».
Fernando M. Ortega
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