domingo, 11 de mayo de 2014

Lo que encontré bajo el sofá.

Nunca ha sido el momento adecuado. ¿Y sabes qué? No existen los momentos adecuados, porque los momentos los elegimos nosotros; y yo, yo no he sabido encontrarlos, quizá porque no he tenido el valor de buscarlos.





¿Qué ocurre al mover un sofá? ¿Y al mover una vida?
Quizás encuentres objetos -o personas- que ya habías olvidado, un calcetín que se quedó sin pareja o una pareja a la espera, esquirlas de otra vida... o uno de esos secretos que te obliga a pronunciar la frase que lo cambia todo: "tenemos que hablar"

¿Y si movemos una sociedad?
Entonces uno se da cuenta de que vive en un lugar con demasiados gusanos para tan poca manzana. Pero también un lugar donde, al observarnos, descubrimos que somos los primeros en hacer aquello que tanto criticamos.

“Con el paso del tiempo he comprendido que no hay secretos más difíciles de guardar que los propios, porque éstos, a pesar de creerlos controlados, saben cómo ir atravesando las grietas de nuestra conciencia.

Los ajenos, en cambio, basta con abandonarlos en cualquier rincón de la mente y allí ellos mismos se van olvidando, van desapareciendo entre los silencios y las mentiras, entre las prisas y los días... pero los propios… los propios te persiguen en cada pensamiento”


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