La historia del cuadro más caro del mundo parece salida del mejor guión de Hollywood. Un excéntrico industrial japonés, de nombre Ryoei Saito, presidente honorario del consorcio papelero Daishowa, sorprendió a propios y extraños cuando en 1990 adquirió las que hoy por hoy siguen siendo las obras de arte mejor pagadas del mundo: el «Retrato del Dr. Gachet», de Van Gogh (82,5 millones de dólares) y «Au Moulin de la Galette», de Renoir (78,1 millones). Desde entonces, se ha perdido la pista al retrato que Vincent Van Gogh hizo de su médico y amigo, Paul Ferdinand Gachet, pocas semanas antes de que aquél decidiera acabar con su vida el 29 de julio de 1890. ¡Qué ironía! ¿Cómo podría imaginar que, tras vivir en la indigencia y no vender un cuadro en vida, sería el pintor más cotizado de la historia? Instituciones como el Rijksmuseum de Amsterdam quisieron incluirlo en la exposición «De Cézanne a Van Gogh: la colección del doctor Gachet», que antes pudo verse en el Metropolitan neoyorquino. Pero nadie supo dar a los organizadores explicaciones de dónde estaba el cuadro. Corrió entonces un rumor, que muchos creen disparatado y absurdo: Saito habría manifestado en su testamento el deseo de que metieran el lienzo en su ataúd cuando muriera y lo enterraran con él. Saito murió en 1996, despues de haberse visto envuelto en diversos escándalos. Se dice que pudo ser adquirido por un empresario italiano, por un magnate de casinos de Las Vegas... El misterio del Dr. Gachet sigue sin resolverse.
Van Gogh escribió a su hermano en 1890 sobre la pintura:
He hecho un retrato de M. Gachet con una expresión melancólica, que bien podría parecer una mueca a aquellos que lo vean... Triste pero amable, y aun así clara e inteligente, así es como muchos retratos deberían hacerse... Hay cabezas modernas que podrían mirarse durante mucho tiempo, y que se volverán a ver, quizás, con nostalgia, cien años despues.