No los domésticos,
estratégicamente dispuestos
para que te digan siempre
lo que quieres oír,
estratégicamente dispuestos
para que te digan siempre
lo que quieres oír,
sino los otros,
los que no tienen dueño,
los de los bares,
los de los comercios,
los de los vestíbulos del hotel,
los que no tienen dueño,
los de los bares,
los de los comercios,
los de los vestíbulos del hotel,
esos son los que te dicen la verdad:
que no eres nada, nadie,
en realidad,
sólo uno más
que pasaba por allí.
que no eres nada, nadie,
en realidad,
sólo uno más
que pasaba por allí.
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Karmelo C. Iribarren
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