Resulta muy significativo el punto de partida común, para los autores de la “poesía de la conciencia crítica”, de esgrimir una “poesía que no cede a la hipnosis” (empleando una expresión acuñada en el título de uno de los ensayos de poética de Jorge Riechmann); una poesía que se niega a participar en una dinámica cultural exclusiva de intelectuales (poetas que escriben para ser leídos por poetas, reseñados por poetas y estudiados por poetas), ensimismada, encerrada en su propio proceso de evolución sin atender a los hechos sociales e históricos.
Desde ese punto de vista, el acercamiento al problema social abiertamente conflictivo en sus textos constituye el hecho estructural y el presupuesto básico de la “poesía de la conciencia crítica”. Estos escritores no denuncian hechos circunstanciales o sus consecuencias (o no sólo eso, ni principalmente), sino que plasman una crítica a la raíz de la estructura del sistema, una explícita condena de los engranajes del capitalismo en cuanto causa de injusticia, dolor, miseria y falta de dignidad, que también atañe al sistema ético que lo sostiene. De hecho, la característica principal de esta corriente resulta, precisamente, que ubican el conflicto político y socioeconómico en el centro de su obra como eje, desde el cual articulan su percepción y su pensamiento con una perspectiva crítica, de los que da cuenta su expresión poética (…)
La búsqueda de lo colectivo de estos poetas también constituye un ejercicio consciente dentro de un planteamiento general de resistencia, que tiene como objetivo la transformación social. Así, Riechmann plantea que “cada poema logrado es una intimación a quitarse las orejas, salir del carril, desuncirse de la noria, pararse al borde de la autopista y respirar. Es una invitación a romper la férrea y ajena disciplina cotidiana en cuya irracionalidad nos hemos extraviado”. No en vano, manifiesta que “no escribimos poemas para causar un bello efecto; escribimos poemas para cambiar”(…)
Alberto García-Teresa – Poesía de la conciencia crítica (1987-2011)
Fotografía: Sebastiao Salgado