jueves, 12 de septiembre de 2013

"No es la primavera de Praga. Es la primavera de Chile".

"Llegaron en poderosos automóviles, jóvenes hijos de sus papás que nunca le trabajaron una hora a nadie y muchachitas que nunca han lavado una olla".
Salvador Allende.

Hoy se cumplen 40 años del golpe de estado chileno en 1973. Nadie habla ya de cómo los Estados Unidos (que también celebran hoy su fatídico 11-S) atentaron contra el gobierno legítimo y democráticamente elegido de Salvador Allende, siendo este sustituido en el poder por uno de los grandes asesinos de la historia: el dictador Augusto Pinochet. Ofreciendo un socialismo real, pacífico y electo, era considerado una amenaza para el sistema, capaz de hacer tambalear la hegemonía existente al hacer visible una alternativa viable al mismo. No eran de ningún modo nuevos los intentos de Washington para manipular un país de esa América Latina a la que siempre había considerado (tal y como continúa haciendo) su particular "patio trasero"; sin entrar a valorar sus actuaciones en otros países de la zona, ya en 1970 trató por todos los medios de evitar la llegada al poder de Allende, apoyó e impulsó posteriormente el juego sucio de la oposición interna para finalmente servir en bandeja el gobierno a los golpistas. 





Nadie habla ya de una figura emblemática que hace 40 años se suicidó de la manera más digna tras dar uno de los discursos políticos que han pasado a formar parte de la historia. Nadie tampoco menciona los logros de la Unidad Popular, del aumento de los niveles de escolaridad, la mejora de la red sanitaria o de aquella reforma agraria que por primera vez contaba con la participación y presencia de los campesinos; de la nacionalización del carbón y la banca como herramientas fundamentales para elevar las condiciones de vida un pueblo sistemáticamente explotado. 



 Para matar al hombre de la paz

para golpear su frente limpia de pesadillas
tuvieron que convertirse en pesadilla
para vencer al hombre de la paz
tuvieron que congregar todos los odios
y además los aviones y los tanques
para batir al hombre de la paz
tuvieron que bombardearlo hacerlo llama
porque el hombre de la paz era una fortaleza

para matar al hombre de la paz
tuvieron que desatar la guerra turbia
para vencer al hombre de la paz
y acallar su voz modesta y taladrante
tuvieron que empujar el terror hasta el abismo
y matar más para seguir matando
para batir al hombre de la paz
tuvieron que asesinarlo muchas veces
porque el hombre de la paz era una fortaleza

para matar al hombre de la paz
tuvieron que imaginar que era una tropa
una armada una hueste una brigada
tuvieron que creer que era otro ejército
pero el hombre de la paz era tan sólo un pueblo
y tenía en sus manos un fusil y un mandato
y eran necesarios más tanques más rencores
más bombas más aviones más oprobios
porque el hombre del paz era una fortaleza

para matar al hombre de la paz
para golpear su frente limpia de pesadillas
tuvieron que convertirse en pesadilla
para vencer al hombre de la paz
tuvieron que afiliarse para siempre a la muerte
matar y matar más para seguir matando
y condenarse a la blindada soledad
para matar al hombre que era un pueblo
tuvieron que quedarse sin el pueblo.

Mario Benedetti.









Y es necesario recordarlo. Pequeño homenaje a uno de los hombres tan sumamente dignos de admirar; del que tanto tendrían (tendríamos) que aprender. 

1 comentario:

  1. Una entrada de lo mas interesante. Me ha encantado el poema de Mario Benedetti, gracias por compartirlo :). El miedo capitalista al comunismo/socialismo, se ha llevado mucha sangre; aunque tambien el miedo de Stalin lo ha hecho, volviéndose un tirano . Un mundo más tolerante es necesario :) Besos y buen fin de semana!

    ResponderEliminar