jueves, 31 de octubre de 2013

La vida a bocados.

A GRANEL
El hipermercado cerró los ultramarinos y mató las conversaciones de barrio. El autoservicio dejó las compras sin balanza y sin palabras. Prohibido bromear con la cajera que se forma cola. Hay cajas rápidas para los que llevan pocos productos y ya hay cajas en las que te cobras tú mismo.  Las lechugas vienen en bolsa y deshojadas. Las manzanas maduran en bandejas de plástico rígido.
Éste es un mundo empaquetado, enlatado, etiquetado, clasificado, embotellado, precintado, embolsado, plastificado, deshuesado, desgrasado, pelado, precocinado y loncheado. Un mundo no retornable de PVC, Pet, Tetrabrik, aluminio, poliestireno expandido y mil tipos de plástico. Una vida insostenible, marcada, como nuestros productos, con fecha de caducidad.
El progreso es aséptico. Escrupuloso. Exacto y desapasionado. Yo prefiero vivir a granel. Comprar al corte. Que vuelvan las hueveras y el vermut de barril. Los mercados y los mercadillos. Conocer a quien regó los tomates. Rellenar sifones y devolver los cascos. Comprar lento, charlar y perder el tiempo.
No quiero una vida envasada al vacío. Aspiro a ser parte de un mundo imperfecto e inexacto. Amar a granel. No dosificar los besos. Derrochar abrazos. Reír a puñados. Hacer manojos de caricias y gastarlos sin recato.  No dar las gracias ni pedir perdón con cuentagotas. No poner etiquetas. Gastar la amistad a raudales. Soñar sin rigor y sin medida.
Comerme la vida a bocados y atragantarme de ella.
 Guillermo Viglione
Publicado en El Diario Vasco el Domingo 27 de Octubre de 2013.







Las imágenes pertenecen al Mercado "La Vaga Central", en Santiago de Chile. Ha sido considerado por el "Daily Mail" como uno de los mejores mercados del mundo. 

miércoles, 30 de octubre de 2013

Leer como acto de rebeldía

Pep Bruno se define a si mismo como cuentista, narrador oral y sobre todo, escritor. Lo suyo es contar. 
¿Las fotos? Ellos también leen. El amor por la lectura se aprende, pero no se enseña. 

LA REVOLUCIÓN SILENCIOSA: LEER COMO ACTO DE REBELDÍA


Podría decir que leo por costumbre, pues leer es un hábito que arraigó en mí desde bien niño y que he seguido cultivando a lo largo de mi vida.
También podría asegurar que leo por placer: son muchas las páginas que disfruto intensamente, muchas las que me han dado un gozo inolvidable.
Incluso podría afirmar que leo por puro egoísmo, porque leer es una experiencia honda, íntima, que me alimenta y calma mi sed.
En verdad todo esto podría decir. Y decirlo sin mentir: porque leo por hábito, leo por placer, leo por egoísmo.
Pero pienso que el motivo último de mi militancia en el equipo de los lectores recalcitrantes es porque leer, hoy en día, se ha convertido en una actividad revolucionaria. Leer es un modo de rebeldía, un frente abierto contra el conformismo, una guerra de guerrillas contra los días grises y las noches frías.







Leer frente al ritmo.
Vivimos de manera trepidante, con los bofes fuera, siempre a la carrera y sin un instante para recuperar el resuello. Estos son los días que dicen que nos han tocado: días de frenético tejer/destejer, de agotamiento crónico y de velocidad sin tregua.
Días en los que no hay tiempo para el cese del movimiento, la parada, la quietud: mirar cómo las hojas amarillean y caen de los árboles, ver cómo el viento las arrastra, palpitar con el atardecer, sentarse en la calle y sentir cómo el frío se clava en la piel. Sentir, mirar, parar.
Frente al ritmo atropellado de los días leer se convierte en un acto de rebeldía: sentarse y abrir un libro es detener el reloj, es abrir una puerta que da a otro tiempo, a otros días, a otras vidas.
Leer es un insólito acto de rebeldía, un palo entre las ruedas del engranaje incesante, un torpedo en la línea de flotación de la maquinaria que alimenta la cinta sinfín bajo nuestros pies.
Leer es romper el espejo, hacerlo añicos, y cruzar al otro lado.








Leer frente al ruido.
Estos días que vivimos no tienen cabida para el silencio: el ruido, todo él, habita entre nosotros. Ruido en la calle, ruido en las casas, ruido en los corazones; pantallas que hablan, motores que suenan, ascensores que desafinan... no hay un hueco de silencio entre la mañana y la noche ni entre la noche y la mañana.
El perpetuo ruido se ha incrustado en nuestra cabeza, como un taladro ha llegado al centro de todo y allí se ha convertido en un zumbido constante, severo, contumaz.
Es más: el ruido que hemos tragado y tragado y tragado ahora nos habita y mana, incluso, de nosotros. Ni siquiera bajo el agua es uno capaz de sentir la blanca estepa del silencio, de percibir la sólida presencia del silencio, de dejarse acariciar por el teciopelo suavísimo del silencio.
El ruido es el rey de nuestros días.
Y frente al ruido incontenible leer se convierte en un acto de rebeldía: sentarse y abrir un libro es acallar todas las voces estridentes, es quebrar la continuidad del ruido, meterlo en un saco y lanzarlo al fondo del pozo y entonces permitir que, de nuevo, aparezca el silencio. Abrir un libro es tumbarse en una pradera en calma, territorio fértil para soñar historias, para imaginar, para escuchar y escucharnos.
Abrir un libro es llenar el mundo de silencios, de esos silencios imprescindibles para la emoción, para sentir que respiramos, que cerramos los ojos, que somos.







Leer frente al dogma.
Son tiempos de uniforme, son tiempos de globalizar(nos), son tiempos de cáscaras brillantes y fondos someros. Son tiempos de pocas preguntas y mucho dogma: este es el mundo que nos ha tocado vivir, resignación.
Y estos son los días que vivimos, días de idénticos gustos, de idénticos deseos, de idénticos pensamientos, días en los que la fábrica de ideas alumbra eslóganes futiles y vistosos para alimentar nuestras bocas y rellenar de palabras prefabricadas nuestros sueños. El deseo, nuestro deseo, está en manos del mercado y en este teatrillo nosotros somos los títeres que habitan en un sueño. O en una pesadilla.
La doctrina entra por el ojo y la oreja y se agarra firme adentro. El mercado nos hace iguales: somos carne de tarjeta visa.
Y frente al adoctrinamiento exitoso leer se convierte en un acto de rebeldía: sentarse y abrir un libro es alimentarse de palabras, es rumiar ideas, es discutir y reflexionar y pensar y crecer y criticar.
Así pues, leer es un enorme acto de rebeldía que nos hace críticos, inconformistas, diferentes, preguntones, inquietos... Leer es romper la maquinaria de los moldes iguales, de las identidades manipulables, de la carne de mercado. En especial leer esos libros que no alimentan las calderas de ese mercado.
¡Si hasta se pueden leer libros gratis cogidos en préstamo en las bibliotecas públicas! ¡Dónde se ha visto acción tan revolucionaria en el reinado del consumismo y la globalización!






Leer frente a la inacción.
Son tiempos incomprensibles, nos dicen. Pasan cosas inevitables, insisten. Nada podemos hacer, afirman. Y mientras tanto nos invitan a sentarnos y ver pasar los días: resiste, aguanta, agacha la cabeza, un poco más, resiste, aguanta, mira la televisión... tú aún eres de los afortunados, te recuerdan. Resiste. Aguanta.
Y quieto, no vayas a mover ni un dedo, ni pestañees, no sea que se altere el universo, se rompa el equilibrio, se abran las compuertas y te arrastre la corriente hasta lo hondo.
Frente a la quietud humillante leer un libro se convierte en un acto de rebeldía: coger un libro activa el músculo, activa el ojo, activa el cerebro, activa la voluntad de ser partícipe, la responsabilidad, la implicación de quien lee. El libro exige al lector, da por ciento lo que exige pero exige. Pide ¡calla!, pide ¡escucha!, pide ¡atento!... y el lector participa y se hace responsable de eso que sucede en ese instante de lectura. Ser responsables y protagonistas de lo que nos sucede es, sin lugar a dudas, la mayor de todas las rebeldías imputables al libro.

Sí, podría decir que leo por hábito, que leo por placer, que leo por egoísmo.
Pero cada vez estoy más convencido de que leo porque pertenezco a la Resistencia, porque soy un rebelde. Y pienso que hay muchas cosas todavía que deben cambiar. Con un libro en la mano soy peligroso: pienso, sueño, hago preguntas, soy responsable, habito el tiempo... inicio la revolución silenciosa que hará otro mundo mejor.
Seguro.


“La revolución silenciosa: Leer como acto de rebeldía”, un artículo que ha publicado en el Boletín de la Red de Bibliotecas Municipales de Salamanca, en el nº 55 (Diciembre 2011)

"Las calidades que tiene la tecnología, por razones económicas, son las que nuestra sociedad pone por delante. Hace cincuenta años la biblioteca estaba en el centro de la sociedad, nadie discutía que leer era importante, pero el capitalismo salvaje actual no puede permitirse un consumidor lento. La literatura, en cambio, requiere lentitud, requiere que te detengas, que reflexiones, que nunca alcances una conclusión. Nunca puedes saber si Don Quijote está loco o no. Como sociedad tenemos que decir que el acto intelectual es importante. No puedes pedir a un adolescente que lea cuando le estás diciendo que toda actividad que no te dé una ganancia inmediata y visible es inútil. Creo que no existen seres humanos no lectores. En la sociedad actual es como si fuésemos misioneros de una religión en la que la iglesia central ya no cree".

Alberto Manguel 

martes, 29 de octubre de 2013

De la mina.

La desgarradora noticia que nos dejaba el día de ayer no es la primera y dudo mucho que vaya a ser la última. El accidente más grave que ha tenido lugar en la minería española desde hace 28 años, se cobraba ayer la vida de 6 personas en el Pozo de Emilia del Valle (Pola de Gordón) a causa de un escape de grisú. Mineros hijos de mineros, quizás nietos, que hoy se merecen sin duda estar aquí.

Las fotografías forman parte de la colección del Archivo Histórico Minero, un proyecto que nace para recordar nuestro pasado más inmediato y nuestro presente, que se antoja sin embargo desconocido. 

Los pozos caen sin hacer ruido. Cierran y su boca guarda silencio para siempre, algunos, con suerte, serán parte de un museo que cambiará el relevo de mineros por otro de turistas, y el guaje del picador será ahora camarero o auxiliar en un geriátrico. La carretera que hasta ayer veía pasar cada día a cientos de trabajadores queda hoy vacía; las labores se transforman y ya no quedan picadores, en unos años sólo los mayores sabrán lo que era un testeru y unos pocos escogidos como fue la primera jornada laboral de una mujer en la mina... Si no se pone remedio, por miedo o por verguenza, todos esos recuerdos dormirán para siempre bajo tierra con el carbón, con nuestra historia.





lunes, 28 de octubre de 2013

Sutilezas.

“Pre–ocuparse” por las cosas es perjudicial para nosotros, ya que nos enfocamos en lo que no queremos que suceda, le prestamos atención a eso que nos da miedo, y como el Maestro Saint Germain ha repetido incesantemente, “Allí donde está tu atención, allí estás tu. Donde está tu atención, en eso te conviertes”
Manuel Esteban Bernabé Cañadas

¿Sutil o transcendental diferencia?

Las fotografías de hoy pertenecen al japonés Shoji Ueda (1913-2000), considerado como el principal representante del surrealismo en la fotografía japonesa. Sus trabajos más famosos fueron realizados en las dunas de Tottori, cerca de su ciudad natal (Sakaiminato). El contraste de las figuras, las personas y las siluetas con el vacío y la amplitud del paisaje, llevan a muchos a hablar de la "sutil sobriedad" de su obra. Por eso nos toca hablar de sutilezas: las de la vida, el arte u alma. Sutilezas del mundo. 


 “Mi vida está llena de terribles desgracias, la mayoría de las cuales nunca sucedieron”
 Michel de Montaigne




OCUPACIÓN
La ocupación deriva del positivo, es abordar la resolución de algún problema o la materialización de algún proyecto.

PREOCUPACIÓN
La preocupación deriva del negativo, no aborda la solución del problema sino el miedo al fracaso, el miedo a que las cosas no salgan bien.













domingo, 27 de octubre de 2013

Percepción. Instantes.

Nuestra noción del mundo es creada por la percepción que tenemos de las cosas y los hechos.



HAY INSTANTES QUE VALEN

UNA VIDA, AUNQUE NO LO SÉ

En la cama, a media tarde, con todas
las persianas bajadas, leyendo un libro
en la penumbra. Y a mi lado
el tibio aliento
de una mujer dormida.

Roger Wolfe.


Ilustración: Fabio D'altilia

sábado, 26 de octubre de 2013

Conjugando.


Decía Unamuno que el fascismo se curaba leyendo y el racismo se curaba viajando. Hoy un poema de la joven asturiana Laura Casielles. ¿Las fotos? diario de un viaje a la India del fotógrafo Jonathan Munshi. 



PRIMERA CONJUGACIÓN


Encontrar las palabras
elementales. Aprender
cómo decir perdón en el idioma del que irrumpe, 
buenos días, y toma
he venido a conocerte, aprender
cómo decir gracias en el idioma 
de los que también rasgan
y también 
se desgarran, 
cómo decir
cafécariñopatria
shalomsalam aalaikum, aprender
cómo se dice pasa, entra, esta es mi casa
en un país al sur del que apenas 
quedan ruinas, aprender
obrigadaspasiba, aprender
qué colores no existen en las lenguas de África. 
Y cómo responder que sí en Pekín.
Llegar a las ciudades y descubrir
los entresijos del mercado, 
entender, 
aprender 
cuál es en cada tierra 
la etimología de alma, y de qué modo 
saludaban al miedo mis bisabuelos. 

Encontrar las palabras elementales.
Y luego hablar. 



Laura Casielles

Primera conjugación (en Los idiomas comunes. Hiperión)









viernes, 25 de octubre de 2013

The Pigs

"PIGS" es el acrónimo que utiliza la prensa anglosajona para referirse a la situación económica de  Portugal, Italia, Grecia y España al entenderse que estos presentan unos parámetros y características similares que habrían sido en gran parte causantes de la crisis sufrida en el ámbito de la Unión Europea; en concreto fue el Financial Times quien en 2008 publicaba un artículo titulado 'Pigs in the muck' ('Cerdos en el barro'). 

En esta situación se inspiró el fotógrafo Carlos Spottorno para realizar el proyecto "The Pigs", serie que trata de ilustrar según el mismo autor los tópicos que aquella prensa financiera utiliza para hablar de los países del sur de Europa. Un conjunto de "estereotipos tan ciertos como incompletos" que sirven para reflexionar y hacer al mismo tiempo un ejercicio "de autocrítica y de crítica hacia los que desde fuera sólo se centran en ello".

Tras cuatro años recorriendo los rincones mediterráneos la publicación contiene 53 fotografías y ha sido seleccionada al premio al mejor libro de fotos del año que tendrá lugar durante el festival Paris Photo 2013 (16 y 17 de noviembre). 











jueves, 24 de octubre de 2013

Ya no hay amaneceres...


La fotografía de hoy, "Sentada en Neptuno", pertenece al periodista Chema Moya y ha sido galardonada con el premio el Premio Nacional de Fotoperiodismo “De fotógrafos para fotógrafos” que otorga la Asociación Nacional de Informadores Gráficos de Prensa y Televisión (ANIGP-TV). ¿Qué refleja? deja que te lo cuente Luis Pastor...


Ya no hay amaneceres
para los que no duermen,
para los que no comen,
para los que no trabajan.

Ya no hay revolución ni utopías.
La esperanza se perdió en las alcantarillas del siglo veinte.
Los sueños son una imagen digital codificada.
El siglo de las luces alumbró el templo de las finazas,
altar del nuevo milenio,
donde se ofrecen sacrificios al dios de Wall Street,
dios único y verdadero,
que guarda sus ganancias en los bancos del mundo.

El mundo convertido en mercado y en mercadería.
Mercado de valores que devalúan la vida,
que degradan al ser humano y al planeta.
Mercados que trafican con los nuevos esclavos de la aldea global,
desplazados de las guerras,
del hambre,
las enfermedades,
la miseria.

Mercados denigrantes,
que en la frontera del capitalismo 
aguardan su sacrificio de sangre,
de soledad,
de incomunicación.
Mercados de armas,
del sexo,
del turismo,
del ocio,
de la droga.

Mercados de órganos arrancados a los miserables del mundo,
a los indefensos del planeta.
Mercados de basura radioactiva,
de estrellas del deporte,
de obras de arte,
de animales,
de productos transgénicos,
de diamantes.

Mientras la memoria colectiva
viaja aquí y en Internet.


Luis Pastor




miércoles, 23 de octubre de 2013

Un cuento y una imagen.

Un cuento y una imagen. Me gusta el estilo de Juan José Millás: lo suficientemente elegante para no resultar pedante y a la vez directo, crítico sin ser grosero ni caer en ese lenguaje soez que parece estar tan en boga. Hoy me quedo con uno de sus cuentos y con una estampa que creo que refleja de manera brillante lo que en aquél se dice. Se trata de la fotografía tomada por el brasileño Tuca Vieira tomada en la frontera entre la favela de Paraisópolis y el distrito de Morumbi, uno de los barrios más ricos de São Paulo, en Brasil. Él mismo reconoce en una entrevista que reflejar la desigualdad a través de la cámara no es una tarea sencilla; sin embargo en esta ocasión enseña al mundo ese muro que divide las ciudades: la brecha social que construye dos tipos de ciudadanos. Es la segregación urbana y espacial de los más pobres. 



 EJERCICIOS DE RETÓRICA
Vaya usted a la cocina de su casa, reúna un paquete de arroz, otro de harina, una bolsa de sal, una tarrina de mantequilla y una botella de leche. Observe durante un rato el conjunto y considere que ese torpe aliño alimentario sería un tesoro ahora mismo en Rusia, por ejemplo. Pero si a usted le da pereza reunir tantas cosas, abrir tantos armarios, ir de aquí para allá, tome de la nevera una botella de agua mineral e imagine la riqueza que su posesión significaría en algunos lugares de África. Resulta fácil pensarlo, pero comprenderlo es más arduo. Digamos la verdad: no hay manera de entenderlo, del mismo modo que no se puede concebir que las 225 personas más ricas del mundo posean tanta riqueza como el 47% del resto de la humanidad. Busque usted otro modo de expresarlo, si tiene la suerte de saber matemáticas, llegará en cualquier caso a la conclusión de que, se mire por donde se mire, el asunto es más bien salvaje. Tanto prevenirnos en la escuela de la ley de la selva y no era más que esto: que unos pocos vivan muy bien a costa de muchísimos que lo pasan fatal.


Lo toleramos porque no lo comprendemos. ¿Cómo explicar, si no, que haya policías que por un sueldo modesto defiendan un orden semejante? Y cuando hablo de policías me refiero también a los jueces y a los alcaldes y a los coroneles, y a los peritos industriales, por no mencionar a los creativos de publicidad y a los poetas de la experiencia. No se amontonen: también me incluyo yo. Si un servidor hubiera entendido de verdad lo que significa reunir sin esfuerzo, sobre la encimera, en cuestión de segundos, la riqueza mencionada al principio de este artículo, ya habría saltado por la ventana o me habría metido en la boca el tubo del gas.



Pero aquí estoy, ya ven, haciendo ejercicios de retórica con el arroz y la sal, la mantequilla y el aceite que no tienen en Rusia. Decía mi madre que con las cosas de comer no se juega, pero estaba equivocada la pobre, como en tantas otras cosas. Si con algo hemos acabado jugando es con las cosas de comer. El mundo es un Palé o un Monopoly, o quizá un Monopalé. Lo mejor, para ganar, es no entender sus reglas. El mundo va bien.