jueves, 22 de agosto de 2013

Lo peor del amor...

Lo peor del amor cuando termina
son las habitaciones ventiladas,
el puré de reproches con sardinas,
las golondrinas muertas en la almohada.
Lo malo del después son los despojos
que embalsaman al humo de los sueños,
los teléfonos que hablan con los ojos,
el sístole sin diástole sin dueño.
Lo más ingrato es encalar la casa,
remendar las virtudes veniales,
condenar a la hoguera los archivos.
Lo peor del amor es cuando pasa,
cuando al punto final de los finales
no le quedan dos puntos suspensivos…

miércoles, 21 de agosto de 2013

La vida está para adelante

"Deshacerse de ciertos recuerdos significa también dejar hueco para que otras cosas ocupen su lugar"

(Paulo Coelho) 







Fotografía: Bernard Plossu

martes, 20 de agosto de 2013

¿Amor?

"En el amor, lo intacto es lo que no se deja acariciar" (Benjamín Prado)






Fotografía: Gianni Berengo Gardin

lunes, 19 de agosto de 2013

FOMO.



El miedo a la exclusión y a quedarse (ser) apartado ahora tiene nuevo nombre: FOMO; literalmente "el miedo a perderse algo", de querer estar en un lugar con la insoportable sensación de que algo importante ocurre al mismo tiempo en otro sitio. El psicólogo John M.Grohol afirma que “el miedo a estar perdiéndonos algo es tan intenso que incluso cuando hemos decidido desconectar la mente está en otra parte pensando que podría estar pasando algo más interesante”. Pues vaya.
Ventana nuevaMe pregunto si en realidad la historia va más allá, si en realidad el pánico sea simplemente a ser distintos, a tener nuestro propio criterio, a tomar decisiones autónomas u a llamar la atención por no seguir al rebaño. La presión social ha existido desde siempre y todos hemos sido de una u otra forma víctimas de ella; para ser "guay" tenemos que cumplir determinados requisitos: salir de fiesta los sábados, emborracharse, ir a esa fiesta increíble, ligar con desenfreno, sacarse fotos para facebook u hasta hacer "running". Que levante el mano quién no haya intentado agradar al círculo más cercano, incluso haciendo cosas que realmente no van con nosotros, por el temor de ser dados de lado. 

Se acabó; nada de dar explicaciones a quién no ha de importarles, de agradar a personas que no se lo merecen, de dar excusas estúpidas, de sentirnos pequeños por no encajar igual que el resto.

“Si estás constantemente preocupado con lo que te pierdes, también te perderás lo que ya tienes” Babauta.

domingo, 18 de agosto de 2013

Aprendiendo a contar.


Nunca se me dieron bien los números. Suspendía matemáticas en el colegio y años después odié la economía. Sin embargo cuando escucho canciones como esta, sé que sería capaz de pasarme el día multiplicando. Y si quieres, pedimos a Sabina que nos nombre.

Andrés Suárez: "Números cardinales"


sábado, 17 de agosto de 2013

Pequeñas cosas. Tournesol

A pesar de la lluvia y los días grises, de las noches de errores y recuerdos, siempre nos quedará un rincón en que escondernos; un cierto viso de esperanza.




Me gusta la magia de las pequeñas cosas. El olor a café por las mañanas (y las tardes), el calor del verano, una sidra compartida. Una terraza acompañada de un buen libro, descubrir una canción que nos defina. Llegar a mi casa después de un día duro, estrenar un vestido, pasarme cuatro horas eligiendo mi próxima lectura. Los mensajes inesperados, las palabras tiernas. Un gin tonic con sed, una manzana fría (a poder ser rugosa). Los abrazos furtivos, el lado frío de la almohada. Las duchas eternas y la radio. Leer un poema y verme reflejada, escucharte reír al otro lado del teléfono. 

Rodolfo Serrano es uno de esos poetas que consigue hacerme partícipe de esto a lo que llamamos vida; pensar que en realidad, no somos tan distintos.

Cosas que ayudan

Habrá que convenir que en este mundo
quedan cosas pequeñas que merecen la pena:
una niña que ríe, café con sacarina,
un vasito de vino y aprenderme tu nombre.

Habrá que convenir que en este mundo
de noticias de muertos y niños guerrilleros
quedan cosas que importan como el hoyo pequeño
de tu boca al reírse o encontrar el tabaco.

Habrá que convenir que estamos solos,
más allá de que sientas que el mundo está tan lleno
que es una dura hazaña respirar y estar vivo
y aunque siempre me quede el sudor de tu cuerpo.

Habrá que convenir que en este mundo
basta aprender tu nombre para que cambie todo.

Rodolfo Serrano 

viernes, 16 de agosto de 2013

La verdad sobre el caso Harry Quebert






La Vérité sur l'Affaire Harry Quebert

AUTOR: Joël Dicker.
EDITORIAL: Alfaguara
AÑO DE EDICIÓN: 2013.



No soy fan de los best-seller o mejor dicho: no lo era. De un tiempo a esta parte han ocupado mis días alguno de esos libros que se amontonan cual botes de conserva en el centro de las librerías y que parecen llamarte a gritos para que te los lleves a casa, lo cual terminé por cumplir con el que hoy nos ocupa. Si bien no considero que pueda calificarse al mismo de "gran obra maestra" (como ya he leído en varias reseñas) "La verdad sobre el caso Harry Quebert" cumple sin lugar a dudas con una de las promesas que a mi juicio cualquier lectura debería tratar de cumplir: divertirnos. La novela engancha desde el principio a través de una narración sencilla, cargada de diálogos, sin muchas más pretensiones que la de hacernos pasar un buen rato y conseguir que nos quedemos con ganas de más cada vez que cerremos el libro. Una historia narrada a tres tiempos (1975, 1998 y 2008) en la que la obsesión principal de descubrir quién ha matado a Nola Kellergan acaba por pasar a un segundo plano; poco importa saber quién es el asesino cuando la intriga sobre las conexiones que existen entre los implicados (habitantes todos ellos de un pequeño pueblo) se convierte en el auténtico engranaje del relato.


No todo es ficción cuasi-policiaca; es más, me atrevería a decir que uno de los pilares del libro no es otro que la propia literatura. A través de 31 pequeñas píldoras que van abriendo cada capítulo, el autor pone en boca de Harry esos "consejos" necesarios para llegar a ser un gran escritor; nada impide que los extrapolemos a la vida diaria: "un libro es una batalla" nos dice.


Si los escritores son seres tan frágiles, Marcus, es porque pueden conocer dos clases de dolor afectivo, es decir, el doble que los seres humanos normales: las penas de amor y las penas de libro. Escribir un libro es como amar a alguien: puede ser muy doloroso.

Aún siendo muy conservadora con respecto a los finales, he de decir que Jöel Dicker logra poner el broche final de manera curiosa, poniendo patas arriba nuestras creencias.Lectura veraniega, no exigente, cómoda...entretenida; apta para esas mañanas y tardes de piscina. Disfrutarla.


Edward Hopper