viernes, 16 de agosto de 2013

La verdad sobre el caso Harry Quebert






La Vérité sur l'Affaire Harry Quebert

AUTOR: Joël Dicker.
EDITORIAL: Alfaguara
AÑO DE EDICIÓN: 2013.



No soy fan de los best-seller o mejor dicho: no lo era. De un tiempo a esta parte han ocupado mis días alguno de esos libros que se amontonan cual botes de conserva en el centro de las librerías y que parecen llamarte a gritos para que te los lleves a casa, lo cual terminé por cumplir con el que hoy nos ocupa. Si bien no considero que pueda calificarse al mismo de "gran obra maestra" (como ya he leído en varias reseñas) "La verdad sobre el caso Harry Quebert" cumple sin lugar a dudas con una de las promesas que a mi juicio cualquier lectura debería tratar de cumplir: divertirnos. La novela engancha desde el principio a través de una narración sencilla, cargada de diálogos, sin muchas más pretensiones que la de hacernos pasar un buen rato y conseguir que nos quedemos con ganas de más cada vez que cerremos el libro. Una historia narrada a tres tiempos (1975, 1998 y 2008) en la que la obsesión principal de descubrir quién ha matado a Nola Kellergan acaba por pasar a un segundo plano; poco importa saber quién es el asesino cuando la intriga sobre las conexiones que existen entre los implicados (habitantes todos ellos de un pequeño pueblo) se convierte en el auténtico engranaje del relato.


No todo es ficción cuasi-policiaca; es más, me atrevería a decir que uno de los pilares del libro no es otro que la propia literatura. A través de 31 pequeñas píldoras que van abriendo cada capítulo, el autor pone en boca de Harry esos "consejos" necesarios para llegar a ser un gran escritor; nada impide que los extrapolemos a la vida diaria: "un libro es una batalla" nos dice.


Si los escritores son seres tan frágiles, Marcus, es porque pueden conocer dos clases de dolor afectivo, es decir, el doble que los seres humanos normales: las penas de amor y las penas de libro. Escribir un libro es como amar a alguien: puede ser muy doloroso.

Aún siendo muy conservadora con respecto a los finales, he de decir que Jöel Dicker logra poner el broche final de manera curiosa, poniendo patas arriba nuestras creencias.Lectura veraniega, no exigente, cómoda...entretenida; apta para esas mañanas y tardes de piscina. Disfrutarla.


Edward Hopper








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