lunes, 6 de febrero de 2017

Granadas.

Es difícil recolectar granadas sin destrozarte las manos con las descomunales espinas que protegen las ramas. Lo mismo sucede con los recuerdos. La vida, como una granada que siempre intentamos desgranar, separando las límpidas golosinas rojas del áspero manto amarillo que las envuelve, aferrando con firmeza sus joyas. Queremos tomar sólo la dulce simiente escarlata, pero es imposible. Para saborear el fruto, como la existencia, hay que aceptar el contraste y el fastidio de su sabor agridulce.



David Cantero.





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