lunes, 13 de febrero de 2017

Civis.

“Ser humanos también es un deber.”
GRAHAM GREENE


Reconocemos, aun desde la imperante individualidad, que los humanos somos criaturas sociales, que sin un nosotros perdemos el sentido, el norte, el entorno, nuestras potencialidades. Nacemos hombres y mujeres, pero sin la relación con el prójimo, nuestra naturaleza no es la de convertirnos en seres humanos. La humanidad surge de los valores, los hábitos y las pautas sociales que nos inculcan y que aprendemos de nuestras interacciones.
Humano significa cívico.
Civismo es un término cuyo origen latino, civis, se traduce como ‘ciudadano’. Y un ciudadano es aquel que sigue las normas y trabaja por lo que le permite vivir en calma con sus vecinos cercanos y lejanos. El civismo es, pues, un metavalor, ya que acoge como concepto que exista el respeto, la solidaridad, la cooperación, las buenas formas, la moderación, la discreción, cierta empatía, la voluntad, el esfuerzo o la generosidad.
Del comportamiento excelso de cada ser humano obtenemos los sedimentos de la salud ética y estética de un pueblo. Una cultura que se proclama cívica brilla por su serenidad, por la confianza de los que la nutren y representan, y por la confianza que despierta en otros pueblos. El civismo no solo resulta imprescindible para la creación de la cultura, sino que solamente es posible desde el yo, desde cada individuo y sus pequeños detalles.
De ahí que reivindico profundamente la pedagogía del civismo. Insisto en que niños y adultos colaboremos, interioricemos los buenos modales y enseñemos y aprendamos a la vez a pensar en el otro como una riqueza. A tender la mano, a ser empáticos, a tener en cuenta a quien lo necesita, a compartir, a escuchar, a crear el espacio común que anhelamos.

Álex Rovira.





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