domingo, 4 de diciembre de 2016

El disparo que sana.

A veces no es el acierto,
es el disparo lo que sana,
lo que duele,
lo que cuenta.
No es la cama vacía,
son las ganas de que alguien la ocupe.
No es la ausencia,
es la soledad.
No es desamor,
es amor propio.
Y no tiene que ver con ellos.
Puede que aún no lo sepas,
repite contigo:
la felicidad no está ahí fuera,
está aquí dentro
en el estómago,
en la piel,
en los huesos.
Si piensas que la tristeza se clava,
prueba con las miradas
de conciliación frente al espejo.
No es necesario morir para estar muerto,
ni es necesario vivir para estar vivo;
la clave es el intento.
Y no tiene que ver con ellos.
No tiene que ver con ellos.
No
tiene
que ver con ellos.
La vida cambia cuando dejas de contar fracasos
y comienzas a contar logros,
por eso un día dejé de soplar dientes de león
y empecé a enseñar los míos.
Y no tiene que ver con ellos,
el cambio
se siente
en las propias entrañas.
Por eso de que el disparo,
a veces,
es lo que duele,
es lo que cuenta,
es lo que sana,
y no el acierto.
Sara Buho



Robert Doisneau

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