viernes, 29 de abril de 2016

Un Estado de sitio invisible.


“Esa gente que sólo quiere sacar lo mejor de ti para ponerlo a su nombre”.


Una persona honrada es la que roba y no le pillan. Un ladrón no es quien se lleva el dinero, sino el que olvida repartirlo entre los camaradas. Un buen subordinado es el que mira para otra parte mientras sus jefes vacían la caja fuerte. Un gran orador es el que sabe mantener la boca cerrada. Un buen tesorero o concejal de obras públicas es el que si las cosas se ponen feas se ofrece como chivo expiatorio. Un cargo de confianza es el que no muerde la mano que lo nombró a dedo. Un buen diputado es el que vota lo que le mandan. Un buen periodista es el que escribe al dictado. Un partido serio es el que acepta que las cosas son como son y aquí manda quien manda, pase lo que pase y cueste lo que cueste. El populismo es tener en cuenta la opinión de los ciudadanos. Repetir un error es preferible a repetir unas elecciones. Una democracia es un sistema en el que todos somos iguales excepto algunos…
Todo eso no es más que lo que piensan muchos de nuestros representantes públicos, aunque se lo callen o lo digan con otras palabras, como demuestra el hecho de que en nuestro país les resulte tan fácil prosperar a los estafadores, los mafiosos, los corruptos, los chantajistas, los farsantes y otros bribones, desde Francisco Correa y su trama Gürtel hasta Granados y la red Púnica, de Ausbanc y Manos Limpias al pequeño Nicolás. El neoliberalismo es un estado de sitio invisible, “una guerra en la que no hay que combatir”, como la llama el poeta italiano Claudio Damiani en su libro Héroes y otros poemas, que acaba de publicar en España la editorial Pre-Textos, en la que los enemigos “te golpean por la calle, en las fruterías, / en el cine, en los supermercados, en los puestos de trabajo / y también en tu casa”, pero sin usar puñales ni pistolas.
Ellos son invisibles y algunos de nosotros no queremos ver. Ellos no suelen tener bajas, y cuando alguno cae, lo jalean como a un campeón, no hay más que contemplar el modo en que reciben al exministro Soria entre aplausos y con qué solidaridad lo abraza la secretaria general del PP: fue un evasor de impuestos y ha mentido, pero es uno de los suyos, y con eso las cuentas quedan saldadas. El mundo se divide en dos, a un lado los paraísos fiscales y al otro el resto. “La gente ya no va a los refugios, / ni se queda en su casa, ni trata de esconderse / hace las cosas como si todo fuera normal, / sale trabaja va al bar va a divertirse / como si todo fuera normal, / como si todo fuera como antes.”


Benjamin Prado





No hay comentarios:

Publicar un comentario