viernes, 25 de marzo de 2016

Techo y comida.






Jerez de la Frontera, 2012. Rocío, una madre soltera y sin trabajo, no recibe ningún tipo de ayuda ni subsidio. Vive con a su hijo de ocho años en un piso cuyo alquiler no paga desde hace meses, de modo que el dueño la amenaza continuamente con echarla a la calle. Para hacer frente a los gastos de manutención y alquiler, realiza trabajos ocasionales mal pagados y vende en el top manta objetos encontrados.
(FILMAFFINITY)





¿Hay motivos para hacer Techo y Comida?

Hay motivos porque Techo y Comida es un reflejo de nuestro tiempo, el de una sociedad acuciada por una profunda crisis económica en beneficio de unos pocos que está abocando a miles de familias a la precariedad y a la pobreza.
Hay motivos porque Techo y Comida pone el foco allá donde otros prefieren no mirar, una reivindicación a lado de los más desfavorecidos. Pero la película lo hace despojada de toda demagogia, mostrando y dejando espacio para que el espectador reflexione sobre los dilemas sociales y morales que se plantean.
Hay motivos porque como dice el actor Juan Diego Botto “todos merecemos el pan pero también las rosas. Todos merecemos un trabajo digno, un salario digno, un techo del que no te desahucien pero también las rosas, las de disfrutar del amor, de cantar, de bailar, de ver una obra de teatro o una película.”






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