sábado, 11 de marzo de 2017

Arrancan.

La primera noche, 
ellos se acercan 
y toman una flor de nuestro jardín. 
No decimos nada. 
La segunda noche 
ya no se esconden, 
pisan las flores, 
matan a nuestro perro 
y no decimos nada. 
Hasta que un día, 
el más frágil de ellos, 
entra solo a nuestra casa, 
nos roba la luna, 
y conociendo nuestro miedo, 
nos arranca la voz de la garganta. 
Y porque no dijimos nada, 
ya no podemos decir nada.


Vladimir Maiakovski




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