martes, 14 de noviembre de 2017

lunes, 13 de noviembre de 2017

domingo, 12 de noviembre de 2017

Nubes.

A los que contemplan la luna, las nubes a veces ofrecen una pausa.




sábado, 11 de noviembre de 2017

"O como se diga".

A estas alturas (harturas) del año, con el cansancio por las nubes y el ánimo por los suelos, con la mala leche a punto de nieve y la nata con galletas, lo mejor que podemos hacer es abrir una maleta, meternos dentro y dejarnos llevar. Sacar del armario los sueños del verano (la ropa aún sigue fuera) y guardar en la cómoda la incómoda memoria astillada. Comprar un billete de ida, sin pensar en el de vuelta y hacernos amigos de lo inolvidable y, por defecto, de lo inoxidable. Disfrutemos de lo bueno conocido por si nos endosan un día lo malo por conocer.
Llena tu vacío de caricias por probar, de luces por encender, de aire que ventilar, de sueños por arreglar, de vida por vivir, de ideas por tener … llena tu vacío de esas pequeñas cosas que a veces se asoman al balcón de la punta de la lengua y que nunca recordamos que están ahí, y que sienten el vértigo de la memoria y no les dejamos dar un salto al presente.
Fabriquemos tiempo, que es lo único que no se acaba nunca, que no cierra ni por vocaciones ni por derribo, que está ahí aunque no lo veamos o sepamos ver.
Saquemos la piel al sol en cuanto cante el rayo. Sequemos la mente al aire en cuanto calle el trueno. Hagamos algo por nuestro bien, por una vez, en defensa propia, en propia puerta, como un gol que te metes con gusto, que los autogoles pican menos que la sarna.
Y, si fuera posible, vamos a ponernos manos a la obra e intentar joder menos y follar más (o como se diga).

J.Ruiz Taboada


viernes, 10 de noviembre de 2017

jueves, 9 de noviembre de 2017

Pessoa y el amor.

El amor, cuando se manifiesta, no sabe manifestarse.
Sabe mirarla
pero no sabe hablarle.
Cuando se quiere decir lo que se siente
no se sabe qué decir.
Si se habla, parece que se miente,
si se calla, parece que se olvida...
__
No saber de uno mismo; eso es vivir. Saber mal de uno mismo, eso es pensar.

Fernando Pessoa.


miércoles, 8 de noviembre de 2017

El miedo.

El miedo a los seis años
era un cuarto lejano,
un recinto sellado y tenebrista
con prestigio de infierno
y un viejo sin edad
que dormitaba junto a un perro agónico
bajo los soportales;
a los doce su miedo
habitaba en los libros,
igual que fotogramas de holocaustos.
El miedo en la veintena
fue aquel tiempo confuso
de amarse bajo el cielo,
ese rumor de trenes que enlazaba
la ausencia y el deseo;
a los cuarenta y ocho fue su miedo
un espacio interior, claudicaciones…
Tuvo más miedos: al cumplir cincuenta,
a los setenta y tantos,
cuando no tuvo edad
y en una larga noche
asmática y feroz,
apareció en la sombra encanecido
aquel miedo inasible de seis años.

 José Luis Morante