He amado tus pecas, tus ojos y ojeras. He amado la forma que tienes de irte y de mirarme como si me matases antes de cerrar la puerta. He bailado contigo, he llovido a tu lado. Me he acostumbrado a que nunca me acostumbres del todo, por ser cada día como distinta, sin ser otra. Te he echo el amor en cada estación del año. Cuando sonríes, yo me pellizco en secreto para ver si estoy en algún sueño. Y al final he entendido que no hay suficiente poesía en el mundo para hablar de ti. Que tu formas parte de un instante que a penas dura un segundo, que ocurre constantemente.Eres inexplicable, como casi todo lo que nos hace felices. Vas, vienes. Te paras, ries. Me pides un beso, lloras. Tapas tu cabeza con las sábanas cuando duermes. Te abrazo por la espalda y te apartas el pelo. Me coges la mano y me aprietas con fuerza. Alguna vez me dijiste "los finales felices solo son para aquellas personas tan tristes que son incapaces de disfrutar de la historia, porque lo importante es el camino; las vistas, el cielo azul, las nubes y el olor de la calle después de una tormenta. Tu espalda, tus rodillas y tu barbilla. Tus ojos marrones como las hojas que se secan en otoño. Tus besos con lengua. Tus besos, tu lengua." Cuando a veces estas triste y agachas la cabeza y entonces me agacho y te digo que estoy ahí, contigo. Que estoy en cualquier parte, a tu lado. Estamos en esta mierda juntos. Y luego levantas la mirada y al verme te brilla. Y te juro. Te prometo, que lo bonito del amor no es amar las cicatrices del otro, sino que la otra persona te ayude a amar las tuyas.
martes, 7 de noviembre de 2017
lunes, 6 de noviembre de 2017
domingo, 5 de noviembre de 2017
Lluvia.
Dos cosas más aprendimos en la lluvia: cualquier sed tiene derecho cuando menos a una naranja grande y toda tristeza a una mañana de circo, para que la vida sea, alguna vez, como una flor o una canción.
Mario Payeras
sábado, 4 de noviembre de 2017
Equipaje.
Para mí, lo más importante del viaje, es decidir qué debo llevar en mi maleta. Ni el itinerario ni la compra de boletos ni los trámites, ni lo que debo dejar preparado en casa o en la oficina me hace pensar tanto como el equipaje.
Tomemos por ejemplo el viaje de la vida... Tiene tantas etapas, tantos cambios de itinerario... Nos enfrentamos a mil cimas diferentes... Si nos empeñáramos en llevar todo, seguramente el peso no nos dejaría movernos.
Es por eso que en el viaje de la vida, el peso debe ser ligero... Debes, sí, empacar los recuerdos felices. Te serán muy útiles en los trayectos fríos. Los amargos, déjalos. No sirven de nada. Imposible viajar con rencores. Ocupan demasiado espacio en la maleta. Si piensas remontar a las alturas, elimina también de tu equipaje el miedo y la indecisión.
En tu botiquín de viaje incluye todo el amor que puedas, así como la amistad y sonrisas que vayas encontrando en el camino. Serán el mejor bálsamo para heridas futuras
.
Aunque el pesimismo puede resultar útil en algunas etapas, no lo lleves si no estás seguro de poder manejarlo. Eso sí, llena todos los huecos que queden en la maleta con optimismo, y no olvides llevar tus lentes... esos que te permiten ver la vida de colores.
Jorge R.
viernes, 3 de noviembre de 2017
Me comprometo.
«Yo me comprometo a vivir con intensidad y regocijo, a no dejarme vencer por los abismos del amor, ni por el miedo ni por el olvido, ni siquiera por el tormento de una pasión contrariada. Me comprometo a recordar, a conocer mis yerros, a bendecir mis arrebatos. Me comprometo a perdonar los abandonos, a no desdeñar nada de todo lo que me conmueva, me deslumbre, me quebrante, me alegre. Larga vida prometo, larga paciencia, historias largas. Y nada abreviaré que deba sucederme: ni la pena ni el éxtasis para que cuando sea viejo tenga como deleite la detallada historia de mis días».
Ángeles Mastretta
jueves, 2 de noviembre de 2017
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